Entre la marginalidad nacional y el nuevo rol opositor local
El peronismo en Córdoba enfrenta un escenario inédito: la posibilidad de perder su hegemonía política en la provincia y, con ello, su relevancia en el tablero nacional. Este proceso, que ha venido gestándose hace años con la desconexión cada vez más evidente entre el PJ cordobés y el PJ nacional, amenaza con marginar a una fuerza que supo ser protagonista clave en la política provincial. Pero ¿qué significa esto para el futuro del peronismo en Córdoba y qué lugar puede ocupar en la oposición?
Una fuerza en el limbo nacional
El peronismo cordobés, bajo la conducción de José Manuel de la Sota y luego Juan Schiaretti, siempre se mostró como un actor autónomo, incluso refractario al kirchnerismo. Esa autonomía le permitió consolidarse como una fuerza que defendía los intereses provinciales, pero al mismo tiempo, lo distanció progresivamente de los centros de poder del PJ nacional. Schiaretti logró mantener esa estrategia mientras controlaba la provincia, pero esa postura podría volverse insostenible si el peronismo pierde la gobernación.
Estar fuera del PJ nacional significa perder el apoyo estructural y financiero que brinda la conexión con el poder central. Más grave aún, implica quedar al margen de las decisiones estratégicas que definan el futuro del peronismo a nivel nacional, algo que, en tiempos de reconstrucción, puede sellar el destino de una fuerza que se defina más por lo que fue que por lo que es.
El riesgo de la irrelevancia
La derrota electoral significaría más que la pérdida de un cargo. Podría ser el golpe final a un modelo de gestión que ya muestra signos de desgaste, y dejaría al PJ cordobés sin el control del aparato provincial que fue la columna vertebral de su proyecto político durante décadas.
Sin la provincia, el peronismo cordobés corre el riesgo de transformarse en una fuerza testimonial, sin capacidad real de incidencia. Las diferencias históricas con el kirchnerismo y el albertismo complican aún más una posible recomposición dentro del PJ nacional, dejándolo en una posición de aislamiento.
¿Un nuevo rol en la oposición?
Ante este panorama, el PJ cordobés debería repensar su rol en la política provincial. Convertido en un partido netamente local, podría intentar ocupar el espacio de una oposición constructiva, que critique desde la experiencia de gestión pero con un enfoque centrado en los problemas específicos de Córdoba. Este cambio de estrategia, sin embargo, no sería sencillo. La tradición peronista en la provincia siempre ha sido de poder, y la transición hacia una postura opositora requeriría un proceso interno de adaptación que no todos los sectores del partido estarían dispuestos a aceptar.
En un contexto donde la política cordobesa se fragmenta y nuevas fuerzas aparecen con propuestas disruptivas, el peronismo podría encontrar su espacio revalorizando su identidad. La clave estará en reconectar con la ciudadanía desde otro lugar, no ya como los gestores del poder... ¿Y entonces? La pregunta es por esa identidad.
El peronismo cordobés está ante una encrucijada histórica. De ganar, podría continuar su camino de autonomía, pero con una necesidad urgente de reconstruir sus vínculos con el peronismo nacional, aunque muchos de sus cuadros de juventud y de sus cuadros técnicos adhieran al PJ Nacional, como asi también parte de sus referentes territoriales, aunque no sea publicamente. Se podría pensar en una espiarl del silencio dentro del PJ Cordoba. De perder, deberá redefinir su rol, ya no como el partido gobernante, sino como una fuerza de oposición que lidere desde la periferia del poder, y deberá buscar una estructura en la que sostenerse.
Este es el verdadero desafío: no es solo ganar o perder una elección, sino evitar la extinción. Porque, sin Córdoba y sin conexión con el PJ nacional, el peronismo cordobés se enfrenta a la amenaza real decaer en la irrelevancia del partido cordobés, un frente que hoy conduce, pero que fuera del gobierno puede resquebrajarse o reordenarse. Hoy, en lo inmediato ganar o perder solo significa representacion en un congreso que funciona con una minoría que se impone, a la cual el los diputados y senadores cordobeses han cedido con excepcion de natalia de la sota y los referentes peronistas de Union por la patria.
En ese contexto Schiaretti mantiene una agenda de candidato nacional en la provincia de Buenos Aires y Alejandra Vigo, su compañera y alfil en el senado, retiene el bastión de la capital cordobesa para la facción interna del ex gobernador en el PJ Cordobés.
A su vez, para Martín Llaryora se mantiene el desafío identitario. Aparentemente, la ideología justicialista es patrimonio de los referentes locales, que encolumnados en uno y otro espacio han sabido tender puentes y convivir en un PJ Cordobes Bicéfalo. Costumbre que se mantiene desde la tradición implementada por el binomio De La Sota - Schiaretti. Pero con un particularidad, dentro del polo de Llaryora, tambén se encuentra recorriendo el territorio la Vicegobernadora Mirian Prunotto. Parece que la fragmentación política, que es un signo de le época, también se ha presentado en Córdoba.
El contexto es una creciente preocupación por la agenda de los problemas socialea (Salarios, Jubilaciones, Educación, y Seguridad) a los que tiene muy desatendidos Javier Milei, cuyas políticas la gente califica como poco efectivas. Una cada vez más cercana eleccion de medio término con nuevas reglas electorales. Y un escenario poco propicio para el presidente aunque lograra un excelente perfomance electoral. Sin embargo, cabe destacar que Milei logra imponer su agenda desreguladora, y con el control de los recursos financieros logra discipllinar a a los adversarios.
Parte del contexto también es la nueva polarización Milei - Anti Milei que será el eje de la disputa política en los proximos momentos de batalla. Parece haber cada vez menos lugar para una propuesta de centro, no radicalizada como la que podría surgir del partido Cordobés. A demás en el escenario nacional juegan otras élites, que disputan entre sí a mayor nivel que en la provincia de cordoba en la que reina una pacifica gobernanza articulada en torno a la formacion para el trabajo que brindan sus universidades, los programas sociales como el boleto educativo, y las políticas de inclusión laboral artiuladas con el sector empresarial. Sector que sin embargo, se encarga de marcarle la cancha al partido cordobés con una ideología con una fuerte impronta liberal y disputarle los consensos de las elites.
Así, queda instaurado: el riesgo de la insiginificancia.
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