¿Puede el progresismo ser tan superficial al punto de no poder pensar la política sin reducirla al conflicto agonal y la faz discursiva? Esa sería una mirada miope de la política, que fue hegemónica con el gobierno nacional y popular del que muchos nos sentimos parte e incluso nos nominabamos en aquel Nosotros alguna vez. Desde esa perspectiva se constituyen una serie de categorías teóricas de análisis que quizá no permitan comprender ni toda la conflictividad de la sociedad, que no se reduce a la historicidad; ni la faz consensual de un régimen como el nuestro, híbrido entre populismo y poliarquia. Bajandole un poco, no toda la política es lucha de clases y la emergencia sanitaria producto de la pandemia de covid lo pone de manifiesto. En la agenda de los gobiernos y las administraciónes publicas hay otras prioridades, ni mejores ni peores, otras. No existe una linealidad entre un posicionamiento eticopolítico, o partidario si se quiere, y una determinada estrategia política en un
Del subsuelo sublevado a la cima.