La Espiral del Silencio es un libro de Ciencia Política que aborda el tema de la opinión pública de manera magistral. No sólo es de lectura amena sino que también los temas son tratados por Elisabeth Noelle Neumann con pasión, si es que puede decirse eso de un texto científico con una alta rigurosidad académica.
La politóloga Alemana, profesora de la Universidad de Maguncia e investigadora del Instituto Allensbach, publicó entrada la década del 70 la primera edición de esta obra en Inglés y Alemán de forma casi simultánea. El rechazo en los círculos académicos de la misma fue singular dado que, como ella lo expresa en la segunda edición de los 80', sus ideas acerca de la Opinión Pública como un mecanismo de control no son fáciles de integrar a la teoría existente donde predomina la idea de la opinión pública como racionalidad. También cabe acotar que el contexto de producción de la obra fue el auge de las corrientes racionalistas y economicistas, por lo que la espiral del silencio fue una obra que iba a contramano.
La autora recupera las grandes tradiciones del pensamiento acerca del concepto de opinión pública relacionados a la idea de piel social, de aquello que nos separa y al mismo tiempo nos une: la dimensión social del individuo.
Tiene gran valor el recorrido planteado por la autora en el cual se desnuda su proceso de investigación de largos años al detalle, y que es complementado por una erudicción pragmática que permite anclar las ideas y los hallazgos a destacados pensadores de la filosofía política.
La espiral del silencio describe un proceso de formación de la opinión pública abordado de manera interdisciplinaria, con una definición operativa en la cual se distinguen dos dinámicas: la del consenso y la reputación, por un lado, y la del miedo, el silencio o la aversión a conducirse públicamente expresando una posición, por otro.
La sensibilidad de los individuos para percibir de manera cuasi estadística el clima de opinión es una variable clave en este dinámico proceso, que según la autora procede de dos fuentes: el propio conocimiento del mundo, y el conocimiento del mundo intermedio, o de lo que los medios de comunicación dicen del mundo. Lá última de estas fuentes predomina por sobre la primera, e incide en la predisposición de unos a expresarse al sentir que pueden hacerlo sin perjuicio y el temor y la reserva de otros.
En los extremos de esta espiral, que no está conformada por un haz sino por dos con direcciones opuestas, cual si describiera el movimiento de una hélice, se pueden encontrar a la Vanguardia y al núcleo duro. Por una de estas vías hay proceso progresivo de acallamiento de una posición que se percibe como pasible de reprobación pública, que hace descender esa corriente de opinión; y en la otra, una creciente predisposición a hablar y expresar una postura en público de otra corriente. Por lo general la polarización emerge y la sociedad se ve dividida en estas dos tendencias.
La vanguardia, por ser inmune a la sanción o haber superado el aislamiento está compuesta por los que pueden ser disruptivos del consenso establecido y establecer nuevas pautas valorativas o morales, y tiene una orientación hacia el futuro.
El núcleo duro es el grupo que se identifica con la conservación del status quo y que se aferra al pasado.
La moralidad, o la presencia de valores en la opinión pública, o la capacidad de despertar sentimientos en el colectivo son un requisito para que se pueda hablar de opinión pública en estos términos.
Es sin duda un libro de lectura obligatoria, que se disfruta, que parece ser intemporal por la manera de abordar los tópicos y que invita a la reflexión. También contiene aquel condimento especial de la expresión de la politóloga que se entrega a su campo.
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